Historia de un Presidente
El último episodio destacado de la vida de Luis Puig arrancó una noche de julio de 1988, mientras el presidente de la UCI disfrutaba de unas cortas vacaciones junto a su familia en su chalet de la montaña. A las dos de la madrugada sonó el teléfono. Era José Manuel Echávarri, el director del equipo Reynolds, a quien la dirección del Tour de Francia acababa de anunciar que su jefe de filas y líder de la carrera, Pedro Delgado, había dado positivo en un control antidoping, sin especificar la sustancia.
El director del Tour, Xavier Louy, instó a Echávarri a retirar a Perico de la carrera sin solicitar un contraanálisis para evitar escándalos. “No puedes hacer eso, pide el contraanálisis. A Pedro, mientras llega el resultado nadie le puede impedir que salga en la etapa. Yo llegaré mañana, no sé cómo pero llegaré y tomaremos la decisión”. Puig voló de Valencia a París y llegó a Limoges la tarde siguiente. La noticia del positivo de Delgado ya se había filtrado al diario L’Equipe y al canal de televisión Antenne 2.
Puig visitó a Perico en el hotel del Reynolds. “Mañana sales y haces una gran etapa. Esta noche tienes que dormir, ten confianza”. A la mañana siguiente, el resultado del contraanálisis confirmó la presencia de probenecida en la orina de Delgado, un diurético utilizado habitualmente para enmascarar el consumo de otras sustancias, como esteroides anabolizantes. El presidente de la UCI inició una larga jornada de reuniones, presionado en todo momento por la organización del Tour para que sancionara al ciclista español.
La probenecida figuraba en la lista de productos prohibidos del Comité Olímpico Internacional (COI), pero no así en la de la UCI, que tenía previsto incluirla sólo diez días más tarde. Luis Puig se reunió con los comisarios internacionales del Tour, encabezados por el presidente, Mario Prece, quienes confirmaron que, según la normativa de la ronda francesa, el reglamento de la UCI regía en todo lo referente al dopaje. Puig telefoneó a Checoslovaquia al jefe médico de la UCI, que ratificó que la sustancia no se prohibiría hasta el mes de agosto siguiente.
Según la reglamentación, Delgado era inocente. El positivo no debía haber sido anunciado por el laboratorio antidoping de París, que apelaba a la lista del COI. Tras horas de tensas conversaciones, Puig tomó la decisión de no sancionar al corredor del Reynolds y ordenó a Prece redactar el comunicado para su anuncio inmediato. El comisario, presionado por la organización del Tour, mostró su desacuerdo: “Se juega el cargo, presidente”. Puig asumió toda la responsabilidad de la decisión: “Sólo cumplo el reglamento y el prestigio de la UCI”.
El comisario Preze leyó el comunicado firmado por Luis Puig ante una sala de prensa repleta que no podía esperar más: “La probenecida no figura en la lista de sustancias prohibidas en el día de hoy y, por tanto, es improcedente la sanción a Delgado”. Puig, agotado después de dos días de reuniones y escasas horas de sueño, se fue al hotel del Reynolds. En el vestíbulo argumentó la decisión a los informadores españoles allí reunidos y se la comunicó en persona a Perico: “Ha costado cojones”.
Sin embargo, el Tour y su entorno no aceptaron la decisión de la UCI. L’Equipe publicó un artículo muy crítico con Luis Puig y el director de la carrera, Xavier Louy, aseguró que Delgado no sería un ganador limpio. Puig decidió permanecer en Francia hasta el final del Tour, manteniendo un áspero enfrentamiento público con Louy que sólo zanjó la intervención de Jean Pierre Courcol, director de la sociedad propietaria del Tour y de L’Equipe, entre otros medios.
Pedro Delgado llegó a París de amarillo y con todos los honores, lo que le convertía en el tercer español que subía hasta el cajón más alto del podio de los Campos Elíseos. Tres meses después, los propietarios del Tour cesaron a Louy y presentaron al nuevo director de la carrera, Jean Marie Leblanc. Un año más tarde, en agosto de 1989, 164 países reeligieron a Puig por aclamación como máximo dirigente del ciclismo mundial. No logró completar su tercer mandato. El 31 de julio de 1990 un infarto cerebral acabó con la vida de Luis Puig mientras descansaba en su casa de Valencia.