Historia de un Presidente
La vocación internacional fue una constante en la vida de Luis Puig. Cuando accedió al cargo de vocal de la Federación Española, comprobó que la representación en los organismos internacionales era nula. Los cuatro puestos que correspondían a España en los congresos de la Unión Ciclista Internacional (UCI) quedaban desiertos permanentemente. “No somos nadie, no tenemos ayuda ni representación. Los que mandan son italianos y franceses”.
Ante la inacción del presidente Alejandro Del Caz, Puig cultivó sus contactos en todos los estamentos ciclistas y ya bajo su presidencia, la Federación Española consiguió ser influyente en los organismos mundiales del deporte del pedal. En 1974, inició su carrera internacional en la Comisión Técnica de la Federación Internacional de Ciclismo Profesional (FICP). Tres años más tarde, en 1977, fue designado vicepresidente de la Federación Internacional de Ciclismo Amateur (FIAC).
Entre 1965 y 1992, la UCI estuvo dividida en la Federación Internacional de Ciclismo Profesional (FICP) y la Federación Internacional de Ciclismo Amateur (FIAC), cuyos integrantes raramente se enfrentaban entre sí. La FIAC, creada a instancias del Comité Olímpico Internacional (COI) para preservar el amateurismo olímpico de la época, era la más extensa con 127 países miembros, entre ellos todos los de la órbita soviética, y representaba al ciclismo en los Juegos Olímpicos.
Como dirigente de la FIAC, la prioridad de Puig fue mejorar la proyección internacional del ciclismo español. Programó cursos de idiomas para introducir a los técnicos del país en el arbitraje internacional y promovió a personas de su confianza en todas las esferas del ciclismo mundial. En agosto de 1981 fue elegido presidente de la FIAC, superando en la votación a la británica Eileen Gray. “Por primera vez en la historia del ciclismo, un español en un cargo internacional importante”.
La presidencia de la FIAC convertía automáticamente a Puig en vicepresidente de la UCI, pero una sucesión de acontecimientos impidió que conservara ambos puestos durante demasiado tiempo. Ese mismo año, el presidente de la UCI, Adriano Rodoni, que llevaba 23 años en el cargo, renunció a causa de su delicado estado de salud. Estaba previsto que Louis Perfetta le sucediera, pero el dirigente suizo murió ese mismo verano.
En pocos días, Luis Puig preparó su candidatura a la presidencia de la UCI. Su rival fue el luxemburgués Josy Esch, presidente de la FICP, al que derrotó en la segunda vuelta de la votación, después de un empate a catorce votos en la primera. “Por primera vez España lidera a 164 países del mundo, y en la sede de la UCI se sienta un español”. Puig se convertía, a los 66 años, en la máxima autoridad del ciclismo mundial y en el segundo español en presidir una federación internacional después de Carmelo Belda, que había dirigido la de Pelota.
Puig presidió la UCI desde 1981 hasta su muerte en 1990, siendo reelegido en 1985 y 1989. Reforzó la colaboración entre la FICP y la FIAC y promovió las vueltas open, en las que podían inscribirse ciclistas de ambas federaciones, inaugurando así una nueva etapa en el ciclismo mundial. Cuando accedió al cargo, el rey Juan Carlos lo recibió y le dijo: “Sólo un consejo, tu responsabilidad es la imagen del país”. Cuatro años después, tras la primera reelección, Puig envió un telegrama al monarca: “Lo he cumplido”.