Historia de un Presidente
La Vuelta a España de 1958 fue la última competición de Luis Puig como director técnico de la selección. Las diferencias de criterio con el presidente de la Federación Española de Ciclismo, Alejandro del Caz, y la reticencia de las figuras del pelotón a aceptar sus métodos le llevaron a abandonar el cargo. Volvió a Valencia, asumió de nuevo las riendas de la Federación Valenciana y sentó las bases de su larga y exitosa carrera como directivo.
El desarrollo del ciclismo valenciano y el impulso de la Vuelta a Levante pasaron a ser sus objetivos inmediatos. Sin embargo, Puig no podía vivir alejado de la máxima competición y empezó a colaborar con la emisora radiofónica La Voz de Levante y el diario Levante como cronista de ciclismo. Gracias a su nueva faceta periodística pudo viajar a las principales clásicas y a las tres grandes vueltas, lo que le permitió seguir la competición desde una nueva y enriquecedora perspectiva.
En 1966, ingresó como vocal en la Federación Española, bajo la presidencia de Manuel Serdán, antiguo padrino de Federico Martín Bahamontes. Dos años después, convenció al delegado nacional de Deportes, Juan Antonio Samaranch, de que era la persona idónea para renovar las estructuras organizativas del ciclismo español. En 1968, Samaranch relevó a Serdán y ascendió a Puig a la presidencia, ofreciéndole la posibilidad de continuar la modernización iniciada en su etapa como técnico.
Durante sus dieciséis años de mandato, Puig aumentó progresivamente el presupuesto de las federaciones territoriales para promover el trabajo desde la base. En su recuerdo permanecía el local desde el que había presidido la Federación Valenciana, situado en un palomar en el que las reuniones se mezclaban con el trasiego de las aves y sus dueños. Impulsó la creación de un calendario nacional de pruebas ciclistas, que debían organizar los clubes federados, y la formación de los primeros equipos profesionales. Se mantuvo en el cargo hasta 1984, periodo en el que el ciclismo español experimentó, de su mano, un paso adelante definitivo.
Su mayor reto como presidente de la Federación Española llegó en febrero de 1979. El diario El Correo Español-El Pueblo Vasco, organizador de la Vuelta a España desde 1955, anunció su renuncia a patrocinar la ronda española dos meses antes de su celebración. La Vuelta corría riesgo de desaparecer. Puig asumió la responsabilidad y dirigió el comité técnico que tenía que salvar la carrera, en el que destacaba Ramón Mendiburu, seleccionador español y hombre de confianza del presidente.
En poco más de un mes, el esfuerzo de Puig y sus colaboradores se concretó en nuevos patrocinadores y un trazado negociado a toda prisa gracias a la mediación de las federaciones territoriales. El 31 de marzo de 1979 se presentó la que algunos denominaron la Vuelta del milagro, en la que no faltaron figuras internacionales como Joop Zoetemelk, vencedor final. “Sale y, sobre todo, termina con éxito”, celebró Puig, que reconoció la colaboración de los presidentes de las federaciones: “Han sido clave”.
Puig implicó en el proyecto de la Vuelta a la empresa Unipublic, una joven agencia de publicidad dirigida por les hermanos Enrique y Tito Franco. En las dos siguientes ediciones, el aumento de los patrocinadores, gracias a las retransmisiones televisivas, equilibró los balances económicos y consolidó a la ronda española, cuya desaparición había evitado la intervención de Puig y su equipo. “Está mi obra terminada, puede andar sola”. Unipublic continúa organizando la Vuelta a España en la actualidad.